El mundo contemporáneo se desarrolla a partir de estructuras de organización y representación consolidadas a partir de un supuesto consenso social. Las administraciones políticas gestionan la realidad desde su propio perfil ideológico e intentan evitar que éste se confunda con el de las otras marcas del mercado político. Mientras, crece el descrédito y la desconfianza de los ciudadanos respecto la eficacia y la confianza en las estructuras de representación y gestión de los asuntos colectivos. La demanda de más participación ciudadana choca con el escollo del modelo político imperante. Las estructuras que hace unos años parecían sólidas, se ablandan por su propia rigidez y no se adaptan a los cambios e incertidumbres de la vida contemporánea.

Estas reflexiones subjetivas me llevan a ensayar un paralelismo escultórico, donde los materiales, las formas y los objetos resultantes pongan en juego estas relaciones de una manera alegórica. Como si se tratase de esquematizaciones geométricas de estas ideas, estos conjuntos de piezas se comportan como modelos provisionales de pensamiento y pretenden captar la doble paradoja del sujeto contemporáneo: por un lado la disolución de sus referentes y del rol que hasta ahora le era otorgado y por otra, la afirmación de su protagonismo individual en el destino colectivo de nuevas formas de organización.

La elección de los materiales contradice las expectativas de sus cualidades físicas: elementos de cartón sujetan otros de cemento que se curvan orgánicamente por el propio peso, objetos ligeros de papel son soportados por bastones pesados de cemento, equilibrios estructurales precarios se mantienen en el punto justo que evidencia la fragilidad del conjunto, estructuras básicas de apoyo contienen elementos que se articulan como dispositivos para acoger ligeras referencias textuales.